«Mi querido Martín, la vida de un hombre es una suma; nada es vacuo, nada es vano, nada es accesorio. Cultiva dos cosas: la memoria y la voluntad.»
Hernán Cortés toma la pluma nuevamente hacia el final de su vida. Esta vez no se dirige al emperador ni a un numeroso y anónimo lector, sino a su primogénito, Martín Cortés, hijo de la Malinche, para contarle su vida. Le habla de su infancia en Medellí...
«Mi querido Martín, la vida de un hombre es una suma; nada es vacuo, nada es vano, nada es accesorio. Cultiva dos cosas: la memoria y la voluntad.»
Hernán Cortés toma la pluma nuevamente hacia el final de su vida. Esta vez no se dirige al emperador ni a un numeroso y anónimo lector, sino a su primogénito, Martín Cortés, hijo de la Malinche, para contarle su vida. Le habla de su infancia en Medellí...