Fiódor aún recuerda el primer día que llegó a aquel burdel perdido en medio de la llanura yugoslava. Le llevó hasta allí un anuncio del periódico —«se busca cocinero»— y acabó siendo el único rincón del mundo que consideró su hogar. Han pasado cinco años de guerra desde que abandonó ese caserón al que vuelve para reconstruirlo desde las cenizas con la esperanza de empezar una nueva vida. En este e...