El mal no es algo novedoso; ha vivido entre nosotros desde tiempos inmemoriales. Pero hay algo nuevo en el tipo de maldad que caracteriza nuestro mundo contemporáneo líquido-moderno: se ha vuelto más penetrante, menos visible, pues se oculta en el tejido mismo de la convivencia humana, en el curso de su rutina y reproducción cotidiana. En su forma actual, el mal es difícil de detectar, desenmascar...