«La mitología griega habla de Procusto, cruel posadero con un retorcido sentido de la hospitalidad. Mientras sus huéspedes dormían, los ataba de pies y manos en su cama y los medía con esmero, obsesionado con que se ajustaran a ella perfectamente. Si el huésped era demasiado pequeño, lo estiraba hasta que ocupara la totalidad del lecho. Si era demasiado grande,
mutilaba los miembros que rebasaban...