
Los secretos de Angkor 2: Un capullo que florece
«Tenía un brazo entre las piernas de Vanessa. Giró la cabeza y vio a Ana tocándose a sí misma. A su propio clítoris. Con fuerza, con desesperación. Con desesperanza. Como si fuera un asunto de vida o muerte, como si no tuviera ningún tipo de inhibición. Hundida en un embriagador estado de placer. Perdida entre el deseo. Luego, se colocó en postura de rueda completa. Los pechos de Ana presionaban e...
«Tenía un brazo entre las piernas de Vanessa. Giró la cabeza y vio a Ana tocándose a sí misma. A su propio clítoris. Con fuerza, con desesperación. Con desesperanza. Como si fuera un asunto de vida o muerte, como si no tuviera ningún tipo de inhibición. Hundida en un embriagador estado de placer. Perdida entre el deseo. Luego, se colocó en postura de rueda completa. Los pechos de Ana presionaban e...
