«Llevado por mi ardiente deseo de evadirme de la novela costumbrista, realista mágica o didáctica-social, con su aristotélica construcción en tres actos, comienzo-nudo-desenlace, cuajada de lluvias de flores, chamanes drogados, patriarcas con olor a queso de cabra, amores entre vejetes, putas santas, jergas indígenas, muertos que no saben que han muerto..., me dije: voy a presentar un héroe con el...