Yana Ñawi era una niña como cualquier otra del entonces naciente Imperio inca. Vivía en el Qosqo y le gustaba mucho dibujar. Esta pasión la plasmaba
sobre las grandes piedras de las fortificaciones que rodeaban a su ciudad. Un día conoció a Cusi Yupanqui, hijo del gran inca, quien le pidió un dibujo especial para él, tinturado con pétalos de orquídeas. Sin saberlo, Yana Ñawi entregó en esa tela u...