Albert Camus dijo de ella que tenía «el genio de la vida». Se conocieron y se amaron durante dieciséis años. Fue un amor único, atormentado que, aunque permaneció en la sombra, floreció en una correspondencia fascinante. En Francia ella era Maria Casarès. Tenía un apetito salvaje, una risa sonora, y junto a una sensualidad ardiente, un sueño de plomo. María Casares nació y se crió en Galicia, huyó...