La pureza de Matilde: "Carlos Estévez se apoltronaba, medio derrumbado en un sofá y daba grandes y profundas chupadas a un cigarrillo, cuyo humo expelía por boca y nariz y a la vez sus negros e inquisidores ojos seguían perezosos la silueta de Jaly. Hablaba sin cesar, pero tampoco se detenía, de modo que Carlos además de seguirla con los ojos, la escuchaba con la ceja alzada, como si todo cuanto d...