La noche en que su madre murió, Elora vio un relámpago violeta desde la ventana del hospital Saint-Étienne. Comprendió al instante que aquel fogonazo era la llama de su madre, recién liberada del mundo. Y simultáneamente vio dibujarse por sí sola una figura en el cristal empañado por el frío invernal: un corazón. Y es que Elora, como antes su madre, como su abuela, con la que debe trasladarse, pos...