Una de las casas estaba protegida por guardias armados con rifles AK-47. En una de las minúsculas celdas del sótano, Havana, todavía con la capucha puesta sobre la cabeza, olía los excrementos que se amontonaban a su lado. Las moscas se posaban sobre su piel y su ropa, pegada al cuerpo por el sudor, ante la atenta mirada de un adolescente que la vigilaba con un rifle sobre sus piernas.
Havana Sin...