Navegar quiere decir saber dónde estamos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Por eso quizá, es más difícil navegar que vivir.
Eso nos cuenta la autora en una página de esta espléndida novela, y eso es lo que al principio siente Mathew Prendel, navegante solitario que de repente naufraga en una pequeña isla perdida en el océano, sin saber que en ese cacho de tierra inhóspita le espera otro hombre...