Mark Twain fue uno de los tantos entusiastas que en el camino de su aprendizaje sufrieron con la dureza del alemán. Como escritor, con una gran sensibilidad lingüística, se enfrentó a la incómoda verdad de que había cosas que no entendía y, frustrado, concluyó que la culpa debía ser de la lengua y de su gramática incomprensible.
Este libro contiene, además del ensayo homónimo, dos discursos en los...