Aunque presente desde niña, la dedicación de Charlotte Brontë a la creación literaria siempre quiso ser, fuera de la familia, un secreto. Cuando en 1847 los editores Smith, Elder & Co. publicaron en Londres Jane Eyre, la novela iba firmada −y no escrita sino «editada»− por Currer Bell: más auténtico y misterioso sonaba entonces su subtítulo, «Una autobiografía». Obligada en 1848 a desvelar su iden...