Este esperado libro, dice Teresa Gómez, nació de la contemplación de la intérprete de un concierto de violín, cuando la danza de pequeños músculos de su espalda sugirió a la autora el contraste entre el silencioso trabajo de sus brazos y la fluidez del sonido resultante, que aparentaba brotar sin esfuerzo alguno. Del mismo modo la poeta, que aspira a la difícil sencillez, pule sus versos hasta log...