Se sabe bien que, entre 1914 y 1938, México fue el campo de batalla de un conflicto religioso: el Estado revolucionario se enfrentó –no sin una respuesta armada– a la Iglesia católica. Se conoce apenas y malamente que, durante esos años, la jerarquía católica y los laicos de Estados Unidos actuaron de diversas maneras para impedir que la persecución anticlerical continuara al otro lado de la front...