Eva y Pere venden pollos al ast y huelen a fritanga de pies a cabeza. Eva no se resigna: se lava el pelo por la mañana y por la noche, se perfuma en el trabajo y pone lavadoras a diario. Intenta no abandonar sus zapatos de tacón, aunque al llegar a la tienda tenga que cambiárselos por otros más cómodos, y se compra maquillaje resistente al agua, aunque de tanto sudar el rímel le emborrone las ojer...