Un antiquísimo manuscrito, el Libro de Abraham, desvela en sus páginas la más preciada fórmula alquimista: cómo fabricar oro. Quien lo tenga en sus manos deberá saber hacer uso de él y guardarse de la codicia ajena. El canónigo Armena tuvo que sufrir grandes avatares para dar con la fórmula, acechado por la Inquisición y por los rumores que le acusaban de practicar brujería. La reaparición casual ...