Gracias a Dios, este no es un libro de humor judío. Quien venga siguiéndole los pasos en su carrerón de más de treinta años en el humor gráfico, sabrá que Sergio Langer (que es rejudío, judiísimo) le ha dado una vuelta de tuerca al género. Es más, lo ha retorcido tanto que terminó por estrujarlo, por exprimirlo hasta extraer de él ese ácido esencial que compone el más puro humor negro, el que inqu...