Frente a la proclamación unilateral de una Jerusalén "única e indivisible" por parte del Estado de Israel o de "capital eterna del pueblo judío", como reconoció Donald Trump en sus polémicas declaraciones, tres realidades incompatibles separan Jerusalén, donde lo "eterno" religioso y lo "temporal" laico se contradicen: la devota "ciudad santa" a la que aspiran los judíos religiosos, la "ciudad mun...