Somos contadores de historias por naturaleza. Durante miles años el formato fue el relato oral. Siguió la palabra escrita y el teatro. Sin embargo, desde que un desfile de inventores e ilusionistas decimonónicos dieron con la tecnología para proyectar imágenes en movimiento, el cine ha ocupado el espacio predilecto para el despliegue de esta vocación humana innata.
Tan grandiosa es la gesta del c...