Era feo, feo de solemnidad, pera era también el más grande bailarín que nunca se haya conocido en el desierto nórtico.
Fernando Noble llegó a Coya junto a su mujer, Ana Santa Fe, en busca de trabajo. Consiguió un puesto de sereno en el polvorín, un cargo que nadie quería. Su "don del movimiento" quedó en evidencia en su primera fiesta en el Salón Grande. Vestido con uno de sus anacrónicos ter...
Era feo, feo de solemnidad, pera era también el más grande bailarín que nunca se haya conocido en el desierto nórtico.
Fernando Noble llegó a Coya junto a su mujer, Ana Santa Fe, en busca de trabajo. Consiguió un puesto de sereno en el polvorín, un cargo que nadie quería. Su "don del movimiento" quedó en evidencia en su primera fiesta en el Salón Grande. Vestido con uno de sus anacrónicos ter...