Sarah Holloway no está en su mejor momento. Se divorció hace unos meses después de pillar a su marido practicando sexo (sexo impetuoso) sobre la encimera de su cocina con una pelirroja. En el trabajo, su jefe no recuerda ni su nombre, y su perfecta familia sólo hace que ella se sienta más desgraciada aún. Encima acaba de cumplir los treinta, ha engordado dos kilos y le ha salido una cana justo… ah...