«A la pálida luz de la luna, que se filtraba por entre los postigos, de pronto vi al monstruo que había creado. Mantenía levantado el cobertor y sus ojos —si ojos pueden llamarse— me miraban fijamente. Entreabrió los labios emitiendo algunos sonidos inarticulados; una mueca odiosa arrugaba sus mejillas.»
El doctor Frankenstein se ha dedicado en cuerpo y alma a estudiar la materia, fantaseando con ...
«A la pálida luz de la luna, que se filtraba por entre los postigos, de pronto vi al monstruo que había creado. Mantenía levantado el cobertor y sus ojos —si ojos pueden llamarse— me miraban fijamente. Entreabrió los labios emitiendo algunos sonidos inarticulados; una mueca odiosa arrugaba sus mejillas.»
El doctor Frankenstein se ha dedicado en cuerpo y alma a estudiar la materia, fantaseando con ...