El 13 de febrero de 1837, en una noche de Carnaval, mientras
por las calles de Madrid deambulan grupos de máscaras
y de músicos ambulantes, entre reyertas de borrachos y
mujeres que lleva el diablo, Mariano José de Larra,
uno de los más destacados defensores de los principios
Ilustrados, se suicida.
Este hecho es el detonante que pone en marcha el magistral
mecanismo de relojería de la narrativa d...