Eres un animal. No te preocupes. ¡No tiene nada de malo reconocerlo!
Por mucho que nos queramos resistir a aceptarlo, somos tan animales como el perro que se siente dueño de tu sillón o el gato que se duerme sobre el teclado de tu computadora. Sin embargo, algo nos distingue de todos ellos y nos convierte en, bueno, humanos. ¿Qué es eso que nos separa?
Con letras certeras sobre la pérdida de la c...