Esperaba por ti:
"—Señor cura…
—No terminé. Tienes treinta y siete años. Tu vida no acabó, empieza ahora. O al menos debe empezar.
—Padre…, ¿qué le parece si dejamos esto? —se puso en pie—. No me vaya a salir usted con el cuento de las dos viejas solteronas.
—No creas —rio el sacerdote acompañándolo hasta la puerta—. A veces pienso que esas dos solteronas son lo bastante inteligentes...