Todo hombre tiene, como mínimo, tres vidas: la pública, casi siempre superficial, que muchos conocen o pueden conocer sin necesidad de que su protagonista la cuente; la privada, hecha de episodios fútiles –estudios, familia, amigos, amores, rupturas, salud, trabajo, dinero, mudanzas, anécdotas, diversiones, alegrías, contrariedades, decesos; y la secreta, que es la única que de verdad importa, def...