A partir del 9-11 las principales Agencias de Inteligencia del mundo comenzaron a ejercer un estricto control y seguimiento no solo de los líderes de las organizaciones terroristas radicales islámicas, sino también sobre sus potenciales células dispersadas por toda Europa, determinando que los eventuales ataques se vieran reducidos a la acción de los llamados «Lobos solitarios» o «Yihad individual...