Sueño y vigilia constituyen la dicotomía de los extremos, cada uno debe desarrollarse en ocho horas continuas y a ninguno, ni al sueño ni a la vigilia, se debe llegar tarde. Llegar tarde a alguno de ellos, significa perder el equilibrio e inutilizar las otras ocho horas destinadas para querer a quienes son depositarios de nuestros quereres.
La voz amorosa de la radio, la del Dr. Pérez Albela, esa...