Una inscripción del último epicúreo que completa lo que sabemos de la filosofía epicúrea, una invitación a la felicidad terrestre y a la amistad y el hedonismo.
¿Quién fue ese Diógenes que, a mediados del siglo II d.C. tuvo la pintoresca idea de hacer construir un muro enorme de piedra —con sus noventa metros de largo y cuatro o cinco de alto— en la plaza de su ciudad natal, para inscribir en él ...