Pocos dramaturgos contemporáneos pueden mostrar una obra tan versátil y rica en matices como la que, en su breve existencia, fue capaz de componer Federico García Lorca (1898-1936). Siguiendo el ejemplo de sus admirados maestros del Barroco —Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca—, Lorca entendió el teatro como un vasto campo de experimentación, y dejó fluir su inspiración por cauces...