No todos los fantasmas viven en castillos; algunos habitan en nuestra mente.
Los fantasmas prosperan con las arquitecturas perseverantes y las memorias leales. Castillos milenarios y ofensas imprescriptibles los engordan. El progreso y el olvido, que son hábitos de estos tiempos y de estas tierras, no los auspician. Por eso son tan escasos los fantasmas criollos.
El que habita este libro es, me t...