Mircea Cărtărescu comenzó a escribir El Levante en 1987, cuando era un amargado profesor en una escuela de barrio en Bucarest. Recién casado y con una hija pequeña, escribía en la cocina, en su máquina de escribir Erika, sobre un mantel de hule; con una mano tecleaba y con la otra mecía el cochecito de la niña.
Concluyó la obra pocos meses antes de la caída del comunismo, sin soñar siquiera con l...