«El planteamiento de El laberinto de las aceitunas es tan absurdo que permite cualquier atentado contra las normas del realismo, e incluso de la verosimilitud, como, por ejemplo, que sea el propio detective loco quien cuente su aventura en un estilo heterodoxo, vulgar y culterano. Huelga decir que se trata de un relato humorístico, remotamente emparentado con la literatura picaresca y el esperpent...