No se puede tener miedo a perderlo todo cuando nunca se ha tenido nada.
Agatha era tan pobre que ni siquiera tenía apellido. Solo era una más en aquel Londres miserable donde era mejor pasar desapercibido si querías conservar el pellejo. Algo muy difícil para una mujer como ella, más alta que la mayoría, con el pelo rojo como el fuego y unos ojos indescriptibles. Unos ojos capaces de ver más allá...
No se puede tener miedo a perderlo todo cuando nunca se ha tenido nada.
Agatha era tan pobre que ni siquiera tenía apellido. Solo era una más en aquel Londres miserable donde era mejor pasar desapercibido si querías conservar el pellejo. Algo muy difícil para una mujer como ella, más alta que la mayoría, con el pelo rojo como el fuego y unos ojos indescriptibles. Unos ojos capaces de ver más allá...