Leer a Abelardo Castillo me produce siempre la sensación de leer un mapa que cartografía rutas desconocidas sobre lugares secretos a los cuales jamás he accedido y sin embargo estaban a un paso del mundo rutinario y gris que estoy cansado de habitar.
Poco a poco, página a página, uno va entrando en un mundo autosuficiente, creado a imagen y semejanza de quien esté leyendo. Como si el autor nos co...