¿Qué se puede hacer contra la arrogancia de la eternidad? Una sola cosa: vivir. O dos: vivir y contar. El narrador de esta historia –un empresario del cine que apenas se siente escritor– sufre de cronofobia y ve cómo el tiempo actúa dañando las cosas y los hechos: "El tiempo es un espectáculo que se puede ver". La misión de contar ese espectáculo obliga a su escritura a reaccionar contra el tiempo...