Son muchas las reliquias que se veneran en el mundo y muy pocas las auténticas. Desde un lejano pasado, eran elementos codiciados porque tenían el poder «directo» de Dios y ello motivaba aún más el poseerlas. Pero las reliquias, realmente, lo que tenían era un doble objetivo: por un lado el de evangelizar zonas que resultaban especialmente atractivas para la Iglesia; y, por otro lado, y en torno a...