Amado hasta la locura por las mujeres, mirado con recelo por los hombres.
Amado hasta la locura por las mujeres, mirado con recelo por los hombres, Bernardo de Monteagudo ocupó un lugar brumoso en el parnaso de los próceres americanos. Desde su cuna ilegítima –hijo, dicen, de un cura y de una mulata–, el tucumano supo abrirse camino para llegar a codearse con lo más selecto del poder en el Río de ...