«Allí siento que nada puede sucederme —ni deshonra ni calamidad (si no daña mis ojos)— que la naturaleza no remedie. De pie, sobre la tierra desnuda —mi frente bañada por una brisa ligera y erguida hacia el espacio infinito—, todo egoísmo mezquino desaparece. Me convierto en un globo transparente, no soy nada, lo veo todo, las corrientes del Ser Universal circulan a través de mí. Soy una partícul...