El clásico que nos enseña que, más allá de la vida cotidiana, hay otro plano de la existencia: un mundo de bondad infinita
Cuando su marido la abandonó, Rosemary Altea se dio cuenta de que el miedo había sido su compañero desde la cuna. Miedo a un padre con la severidad propia del militar y a una madre incapaz de mostrar ternura; miedo a los rostros y las voces que poblaban las noches de su niñez...
El clásico que nos enseña que, más allá de la vida cotidiana, hay otro plano de la existencia: un mundo de bondad infinita
Cuando su marido la abandonó, Rosemary Altea se dio cuenta de que el miedo había sido su compañero desde la cuna. Miedo a un padre con la severidad propia del militar y a una madre incapaz de mostrar ternura; miedo a los rostros y las voces que poblaban las noches de su niñez...