A menudo, resulta difícil para los padres ver a sus hijos pelearse, como si esto pusiese de manifiesto su grave fracaso como educadores. Y sin embargo, es lo más normal del mundo. En las relaciones fraternas, los momentos de complicidad y amor alternan con periodos de rivalidad y odio. Debemos aceptar las riñas, que resultan indispensables para que los niños crezcan y se reafirmen. Este libro ayud...