Una tarde de noviembre de 1994 sonó el teléfono del despacho de Lawrence Levy en una empresa de tecnología de Silicon Valley. Era Steve Jobs, por entonces un ejecutivo en horas bajas, que quería que Levy se hiciera cargo de las finanzas de Pixar, una empresa de Jobs que en ese momento no se sabía muy bien a qué se dedicaba y que perdía dinero a espuertas.
Levy aceptó la propuesta y entre él, Jobs...