¿Qué sentiríamos si un día, al cruzar la madrileña plaza de Colón, descubrimos que la gente exhibe, sobre sus pescuezos, las testas de los más variados animales? Eso es lo que le pasa al protagonista de Contra el fin de siglo, quien, al pasear por las calles y plazas del centro de Madrid, va descubriendo el tipo de alimaña que corresponde a un amplio espectro de personajes –escritores, jueces, pol...