Por sorprendente que parezca, la idea de que el cerebro es quien genera los procesos mentales es relativamente nueva. Los antiguos egipcios, considerándolo un órgano superfluo, lo extraían por la nariz de los cadáveres que embalsamaban. En la Grecia clásica, Aristóteles encontró motivos para ubicar los procesos mentales erróneamente en el corazón. Incluso el filósofo racionalista francés René Desc...