«-¡Estoy hasta las narices de los hombres! ¡Me ponéis de los nervios y estoy cansada de vuestros golpes bajos! Ha llegado la hora de que sufráis.
–Mi voz resuena en todo el vecindario, pero en ese momento, agotada y calada hasta los huesos, tomo una decisión irreversible: no les voy a pasar ni una. Pongo los contadores a cero, les voy a hacer pagar todo lo que hacen; me voy a vengar.»
La dulce Mar...