Admiramos una novela o una pintura por su técnica y su belleza, pero ¿podemos sentir lo mismo por una clase? Los autores de este libro responden rotundamente que sí, aunque advierten de la excesiva exposición a la innovación docente, que atacan por ser más “innovación” que “docente”. Lo nuevo nos puede ayudar a mejorar, pero la verdad del oficio está en lo viejo, en qué espera el profesor de los a...