En 1818, los periodistas –todos varones– redactan entregas periódicas a la luz de las velas, atendidos por negras esclavas. En 1871, la prensa es diaria, transmite el horror de la fiebre amarilla, sus muertos, la desolación de los barrios bien, de pronto vacantes. En 1919, evoluciona en una prensa de masas, la Semana Trágica se reportea al calor de las rotativas, cuyo ruido incesante e insalubre m...