Las dos estrellas de Manitoba son Winnipeg, con su sofisticación urbana, y Churchill, con su profusión de maravillas naturales. Pero es la suma de ambas lo que define de verdad esta provincia de las praderas harto incomprendida. Los espacios abiertos se antojan interminables: suaves y ondulados campos de cereales, girasoles y flores silvestres que se extienden al norte hasta la tundra ártica.
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